Por Luis Emilio Aybar Toledo: La Tizza
Compartimos las palabras pronunciadas por el director del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello (ICIC), Luis Emilio Aybar, en la inauguración del Primer Simposio Internacional de Investigación Cultural, el 17 de septiembre de 2024.
Hacía tiempo que no se removían las estructuras y personas de nuestro Instituto de una manera tan profunda y agitada. Eso solo sucede en tiempos de Simposio. Desde el 2019 no celebrábamos esta fiesta de la cultura y la ciencia, y hoy lo hacemos con nuevos bríos, con mayor alcance, así que hemos debido empeñarnos al máximo. Qué lindo ver, en las caras de tantas personas conocidas y nuevas aquí congregadas, que ha valido la pena.
La cantidad de trabajos recibidos nos hace pensar que se habían acumulado las ganas de reencontrarnos de esta manera, y devela también la resiliente capacidad de convocatoria del Marinello. Hemos sido recíprocos al honor que nos hacen, conservando el espíritu fundacional de este evento. El Simposio busca reunir los resultados existentes en materia de investigación cultural, desde un concepto amplio de la cultura. La diversidad es fundamental en este evento, de ahí que una de sus bondades sea la presencia de cuantos temas sean pertinentes para comprender la cultura y la sociedad cubanas, así como la participación de investigadores de muchas provincias (y ahora también, con alegría decimos: de muchos países).
El Simposio pretende ser un antídoto a las visiones habanocéntricas y unilaterales de la cultura cubana.
El respaldo presupuestario del que siempre ha gozado nos ha permitido, además, reducir las brechas de acceso.
Hay mucha investigación valiosa que se realiza a lo largo de Cuba por personas que no pertenecen a una institución científica, o que no cuentan con suficiente apoyo institucional por distintos motivos.
El hecho de no depender de una cuota de inscripción para financiarse, y de que, incluso, se destinan algunos fondos para financiar el hospedaje de investigadores que lo requieran, nos permite contar con su participación y contribución, y así el Simposio se vuelve un factor dinamizador y articulador de la actividad científica en la institucionalidad cultural del país.
Una anécdota puede ayudarnos a dimensionar el significado de esto último. Como muchos de ustedes saben, alterno las labores como director del Marinello con el cumplimiento de mis deberes como delegado de circunscripción en el municipio Cerro. Cierto día, unos minutos antes de que comenzara una actividad que organizamos para los niños, se acercaron dos o tres madres no relacionadas entre sí para preguntar si había que pagar por participar. Esto me sorprendió mucho. Hace algunos pocos años era quizás impensable esa pregunta.
La sociedad cubana enfrenta el desafío de lograr su sostenibilidad económica y evitar al mismo tiempo la mercantilización creciente de todas las cosas, que es la norma en los países capitalistas, es decir, en el mundo. En la cultura y la ciencia debe lograrse una dialéctica en la que, por un lado, sus actividades incrementen los ingresos del país y del sector, y, por el otro, no queden subordinadas a la rentabilidad.
El Marinello siempre será un escollo para las visiones economicistas. Es la mejor manera de honrar a nuestro maestro, Fernando Martínez Heredia, a quien está dedicado este Simposio en los días que corren, siete años después de su partida física. Y es lo más coherente con la naturaleza de nuestra labor, que tributa a procesos no transables, como la política cultural, el perfeccionamiento de la gestión institucional y la transformación social.
Lo que, por un lado, constituye un gasto, por el otro significa una creación de valor, solo que el valor que producimos se expresa en un estudio nacional de públicos, en el impulso a la educomunicación, en la comprensión de las identidades culturales y su evolución, en el abordaje perspicaz de los problemas ideológicos, en el esclarecimiento continuo del peliagudo asunto de las desigualdades, en los diagnósticos y propuestas en campos sobre infancias, adolescencias y juventudes, industrias culturales y creativas o nuevas tecnologías, en la puesta en valor de las tradiciones orales y de la cultura popular tradicional en general, en la elaboración de una obra monumental como el Atlas etnográfico de Cuba, que hoy presentamos en versión web.
Nuestro Simposio es también un valor incalculable. A veces uno se pregunta cuánta utilidad pudieran tener estos espacios, y es inevitable responder que nunca será una utilidad inmediata. No sabremos de antemano qué transformaciones nacerán de aquí, pero puedo asegurar que las estaremos fertilizando, pues el pensamiento y el conocimiento constituyen ingredientes indispensables de todo cambio profundo.
Una última anécdota pudiera ilustrar mejor esta idea. Tuve la oportunidad de estar en México en un encuentro de los zapatistas de Chiapas, y me llamó la atención una de las frases que utilizaban. Me explicaron que, cuando necesitan ponerse de acuerdo para la acción, hacen caminar la palabra, o, lo que es lo mismo, se reúnen en asambleas y circula la voz de todos hasta alcanzar un consenso. Confían mucho en este método. Creen que es el mejor antídoto contra el error. Caminemos la palabra, pues, y con ese espíritu abramos las puertas del Primer Simposio Internacional de Investigación Cultural.
Muchas gracias.
Fuente: https://medium.com/la-tiza/el-pensamiento-y-el-conocimiento-son-ingredientes-indispensables-de-todo-cambio-profundo-7e746c0e925f
Hacía tiempo que no se removían las estructuras y personas de nuestro Instituto de una manera tan profunda y agitada. Eso solo sucede en tiempos de Simposio. Desde el 2019 no celebrábamos esta fiesta de la cultura y la ciencia, y hoy lo hacemos con nuevos bríos, con mayor alcance, así que hemos debido empeñarnos al máximo. Qué lindo ver, en las caras de tantas personas conocidas y nuevas aquí congregadas, que ha valido la pena.
La cantidad de trabajos recibidos nos hace pensar que se habían acumulado las ganas de reencontrarnos de esta manera, y devela también la resiliente capacidad de convocatoria del Marinello. Hemos sido recíprocos al honor que nos hacen, conservando el espíritu fundacional de este evento. El Simposio busca reunir los resultados existentes en materia de investigación cultural, desde un concepto amplio de la cultura. La diversidad es fundamental en este evento, de ahí que una de sus bondades sea la presencia de cuantos temas sean pertinentes para comprender la cultura y la sociedad cubanas, así como la participación de investigadores de muchas provincias (y ahora también, con alegría decimos: de muchos países).
El Simposio pretende ser un antídoto a las visiones habanocéntricas y unilaterales de la cultura cubana.
El respaldo presupuestario del que siempre ha gozado nos ha permitido, además, reducir las brechas de acceso.
Hay mucha investigación valiosa que se realiza a lo largo de Cuba por personas que no pertenecen a una institución científica, o que no cuentan con suficiente apoyo institucional por distintos motivos.
El hecho de no depender de una cuota de inscripción para financiarse, y de que, incluso, se destinan algunos fondos para financiar el hospedaje de investigadores que lo requieran, nos permite contar con su participación y contribución, y así el Simposio se vuelve un factor dinamizador y articulador de la actividad científica en la institucionalidad cultural del país.
Una anécdota puede ayudarnos a dimensionar el significado de esto último. Como muchos de ustedes saben, alterno las labores como director del Marinello con el cumplimiento de mis deberes como delegado de circunscripción en el municipio Cerro. Cierto día, unos minutos antes de que comenzara una actividad que organizamos para los niños, se acercaron dos o tres madres no relacionadas entre sí para preguntar si había que pagar por participar. Esto me sorprendió mucho. Hace algunos pocos años era quizás impensable esa pregunta.
La sociedad cubana enfrenta el desafío de lograr su sostenibilidad económica y evitar al mismo tiempo la mercantilización creciente de todas las cosas, que es la norma en los países capitalistas, es decir, en el mundo. En la cultura y la ciencia debe lograrse una dialéctica en la que, por un lado, sus actividades incrementen los ingresos del país y del sector, y, por el otro, no queden subordinadas a la rentabilidad.
El Marinello siempre será un escollo para las visiones economicistas. Es la mejor manera de honrar a nuestro maestro, Fernando Martínez Heredia, a quien está dedicado este Simposio en los días que corren, siete años después de su partida física. Y es lo más coherente con la naturaleza de nuestra labor, que tributa a procesos no transables, como la política cultural, el perfeccionamiento de la gestión institucional y la transformación social.
Lo que, por un lado, constituye un gasto, por el otro significa una creación de valor, solo que el valor que producimos se expresa en un estudio nacional de públicos, en el impulso a la educomunicación, en la comprensión de las identidades culturales y su evolución, en el abordaje perspicaz de los problemas ideológicos, en el esclarecimiento continuo del peliagudo asunto de las desigualdades, en los diagnósticos y propuestas en campos sobre infancias, adolescencias y juventudes, industrias culturales y creativas o nuevas tecnologías, en la puesta en valor de las tradiciones orales y de la cultura popular tradicional en general, en la elaboración de una obra monumental como el Atlas etnográfico de Cuba, que hoy presentamos en versión web.
Nuestro Simposio es también un valor incalculable. A veces uno se pregunta cuánta utilidad pudieran tener estos espacios, y es inevitable responder que nunca será una utilidad inmediata. No sabremos de antemano qué transformaciones nacerán de aquí, pero puedo asegurar que las estaremos fertilizando, pues el pensamiento y el conocimiento constituyen ingredientes indispensables de todo cambio profundo.
Una última anécdota pudiera ilustrar mejor esta idea. Tuve la oportunidad de estar en México en un encuentro de los zapatistas de Chiapas, y me llamó la atención una de las frases que utilizaban. Me explicaron que, cuando necesitan ponerse de acuerdo para la acción, hacen caminar la palabra, o, lo que es lo mismo, se reúnen en asambleas y circula la voz de todos hasta alcanzar un consenso. Confían mucho en este método. Creen que es el mejor antídoto contra el error. Caminemos la palabra, pues, y con ese espíritu abramos las puertas del Primer Simposio Internacional de Investigación Cultural.
Muchas gracias.
Fuente: https://medium.com/la-tiza/el-pensamiento-y-el-conocimiento-son-ingredientes-indispensables-de-todo-cambio-profundo-7e746c0e925f
Nenhum comentário:
Postar um comentário