Por Ida Garberi
«Mis venas no terminan en mí, sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan, la poesía de todos»
(Roque Dalton)
Desde joven fui una persona solidaria con Cuba, ayudando a la isla rebelde que se encontraba en el crítico Período Especial, tras la caída de la Unión Soviética. Pasaron muchos años desde entonces, y mi amor por Cuba fue una de las razones por las que ahora vivo aquí, compartiendo con los cubanos otro momento difícil y muy complicado, sobre todo en la economía. Pero yo no soy el centro de atención, solo estoy narrando esta hermosa crónica de una donación hecha desde el corazón. La semana pasada acompañé a Manuel Vanegas, representante de MediCuba Suiza y MediCuba Europa, y a Barbara Iadevaia, secretaria nacional de la Asociación Italia en el Mundo en Cuba y directivo de la Confederación de Italianos en el Mundo, delegación de la República de Cuba, a entregar una donación de medicamentos e insumos médicos al Instituto de Hematología e Inmunología, ubicado en el municipio Plaza de la Revolución, enviada por Maria Giovanna Tamburello, presidenta de la Asociación Suiza-Cuba, sección Ticino, con un valor total de ocho mil euros. Nos recibieron la Dra. Odalys de la Guardia y la Dra. Georgina Alfonso, subdirectora y anestesista del Instituto respectivamente, quienes estuvieron acompañadas por la Dra. Dianne Camejo, directora del Departamento de Cuidados Intensivos, Juan Carlos Fagundo, director del Departamento de Trasplantes de Médula Ósea y María Magda Martín, secretaria de dirección.
Entre el material se encontraba un ecógrafo portátil de última generación, que por sí solo tiene un coste de 5.000 euros. Todo el grupo de médicos cubanos se mostró muy entusiasmado con este material médico, pensando sobre todo en los jóvenes pacientes con leucemia, quienes así podrán evitar muchos traumas y ser cateterizados con precisión milimétrica.
Estoy segura de que esta colaboración continuará, ya que no fue la primera donación de la Asociación Suiza-Cuba, sección Ticino. Cuba merece esta atención, esta ayuda que viene del corazón, porque siempre fue un país que compartió lo que tenía, y no lo que sobraba, como decía Fidel Castro. El Comandante en Jefe también afirmó en 2003 en Buenos Aires que «Cuba nunca realizaría ataques armados preventivos contra otros países, sino que siempre estaría dispuesta a enviar sus médicos a cualquier rincón del mundo donde fueran necesarios». Y ahora, que incluso en Italia, en el corazón de la rica Europa, después de la pandemia de la COVID-19, los médicos cubanos atienden en Calabria y utilizan instalaciones hospitalarias que habían permanecido vacías por falta de médicos del servicio público, ¿no es tal vez casi un deber extender una mano generosa a la isla rebelde?
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