Do Rebelión, 21 de JUlho, 2016
Por Rosa Guevara Landa
La R. P. China tiene una importante tradición de brindar considerable ayuda económica a países en desarrollo, y “China en África”, por ejemplo, no es de ninguna manera un fenómeno nuevo. Lo que ha cambiado es que en el pasado todo tenía que ver con el internacionalismo socialista y la solidaridad tercermundista, complicada también por el conflicto chino-soviético, mientras que hoy en día la motivación para emprender grandes proyectos en el continente africano administrados por EE chinas es asegurarle al país suministro de energía, como se analiza y debate en una literatura cada vez mas abundante.
Lin Chun (2013)
Lo que muestra la realidad es que no pueden escapar del desorden global, después de todo esas dos naciones protagonizaron en el siglo XX las dos más grandes tentativas de superación del capitalismo. La inviabilidad histórica del nacionalismo burgués en la era del capitalismo globalizado, aunque se trate de grandes países, abre allí la posibilidad de reintentar nuevamente tomar el cielo por asalto.
Jorge Beinstein (2016)
Unos datos básicos sobre la autora: Lin Chun, profesora en la London School of Economics y autora de La transformación del socialismo chino, es también autora de China and Global Capitalism(Palgrave Macmillan, Londres, 2013), un libro que ha sido traducido recientemente por Esther Pérez para El Viejo Topo: China y el capitalismo global. Reflexiones sobre marxismo, historia y política. En mi opinión, uno de los libros más interesantes sobre la historia reciente de China: informado, excelentemente argumentado, con claridad en la exposición, defendiendo principios socialistas, apuntando sus tesis e hipótesis más importantes, reivindicando figuras injustamente denostadas, con agudas notas epistemológicas y singulares aportaciones a la tradición marxista, sin olvidar conflictos chino-soviéticos etc.
(Entre paréntesis: ejemplos de esas complicaciones a los que se refiere la autora por el conflicto sino-soviético son el Chile allendista, Angola y Mozambique y sus movimientos de liberación).
En cuanto a la democracia en China, tema tan mediáticamente maltatado, señala Lin Chun:
1. En contra de muchas afirmaciones, el concepto de democracia no es ajeno al vocabulario político chino.
1.1. Es, de hecho, y como es de toda evidencia a no ser que queramos olvidar lo más elemental, un principio legítimo y legitimador de la ideología comunista bien entendida.
2. Los reformadores capitalistas han abandonado las campañas de masas ciertamente pero “no las han reemplazado por nada significativamente más democrático”.
2.1. Este es uno de los déficits agudamente señalados por Lin Chun
3. Si una carencia de libertades garantizadas y la represión de los disidentes hacen deseable, de entrada y como mal menor, hasta una democracia representativa tipo occidental, según Lin Chun, cualquier análisis racional de la democratización en China debe romper en serio sus legados revolucionarios y socialista.
4. Soviets, consejos, comités, foros públicos, congresos representativos, etc han sido expresiones institucionales funcionales, que no hay que despreciar de una democracia de línea de masas.
4.1. Sin ellos, se echa hacia la nada y el vacío experiencias que merecen ser tenidas muy en cuenta.
5. Tesis central de la autora: adoptar una postura crítica ante los errores del pasado sin pasar por alto la aspiración verdaderamente democrática y universalista de la búsqueda china de democracia equivale a rechazar su trivialización y su distorsión. Esta es su perspectiva.
6. Ni el autoritarismo prolongado ni ninguna “revolución de colores”, la crítica es más que pertinente, son opciones reales para China. Son, de hecho, un engaño y una estafa político-cultural.
7. Lo es también debatir si China “es una candidata para la implantación de un paquete prefabricado de política electoral e intereses de grupos, sin tener en cuenta sus preferencias y recursos para un cambio democrático”. De toda evidencia.
8. La insistencia en la necesidad de tener en cuenta el conocimiento y la moral locales no es de orden cultural (aunque también cuenta y debe contar), sino de orden fuertemente político.
9. La democracia en China debe rechazar la homogeneización global de un lado y el tradicionalismo nativista del otro. No sólo están en disputa esas dos opciones: o posmodernidad neoliberal (ya está todo resuelto: democracia born in teh USA) ni tradición acríticamente asumida (donde todo valdría, sin más añadidos, por ser tradición).
10. Debe seguir siendo directa, más participativa, más efectiva y más social, y, por supuesto, debe incluir también el reino de la economía. Es decir, democracia real, social, económica y con intervención de la ciudadanía popuarl.
Para Lin Chun, de hecho (y apuntando la paradoja), la democracia económica promovida por marxistas y, a veces, por no marxistas es verdaderamente marxista hasta la médula. Después de todo, se pregunta y nosotras con ella: ¿por qué ansiar la democracia si no sirve para proporcionarles bienes públicos a todos, o para impedir que los banqueros y lo especuladores y gentes y especies afines saqueen a los ciudadanos y, especialmente, las ciudadanas y se permite que se libren en su nombre guerras y otras formas de destrucción humana y ambiental? Vietnam, Irak, Siria, Afganistán, los crímenes asociados, el cambio climático, la destrucción de mares y la biodiversidad,enseñan, deben enseñarnos.
En síntesis: toda justificación, toda legitimación falsamente democrática de la explotación y la injusticia en los sistemas nacionales y global debe ser denunciada y rechazada. Oponerse a que la democracia, señala Lin Chun, “se deforme hasta convertirse en un ritual autoconsolador o un instrumento ideológico de dominación no supone una postura cultural”. Es netamente política y a favor de la emancipación.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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